Imagina que quieres aprender algo nuevo y te apuntas a un curso online donde hay trescientas personas tan perdidas como tú.
Supón que cuando estás terminando el curso, te piden un testimonio… aunque quizás no te haya dado tiempo a ver si lo del curso funciona.
Pero te prometen que si se lo envías en los próximos siete día, te regalan un bocadillo de chopped en señal de agradecimiento.
A ti aquello no te convence y cuando ves que otros compañeros envían sus testimonios, la presión social comienza a hacer su efecto.
El plazo está a punto de terminarse y entonces tú y tus compis recibís un mensaje “muy persuasivo” del profesor:
«A quien me mande el mejor testimonio le invito a gazpacho el próximo domingo en casa de mi madre. Además, desde allí grabaremos una entrevista en podcast para darle a conocer a mi audiencia»
Al principio dudas porque eres más de salmorejo…pero terminas sucumbiendo a la presión y envías el testimonio.
Ahora imagina que tú vendes un curso o una membresía.
Que no tienes centenas de miles de euros para pagar la pensión de March Zuckerberg y conseguir 300 alumnos de los que (malo será) que no haya un par de casos de éxito.
Que tu madre no hace gazpacho, que lo hace tu padre y a él no le gusta recibir desconocidos en casa.
Aún encima, eres vegetariano y el bocadillo de chopped, ni mencionarlo.
Y piensas:
«¿Qué hago? ¿Invito a mis compañeros de mastermind a un poco de hummus y les grabo unos vídeos para dar “prueba”.
Me siento más atrapado que en una friendzone»
La suerte es que hay otras maneras de hacer creíble tu mensaje para que más personas te compren sin prostituir a nadie para que te envíe un testimonio.
Te las cuento cuando te suscribes a mi lista y recibes mis consejos diarios de copywriting y ventas: