En 1987, más de un siglo después de su fundación, la empresa de aluminio Alcoa empezó a sentir que sus competidores le robaban la cartera porque:
Perdían clientes.
Sus beneficios se reducían.
Y aumentaban los problemas de sus gerentes con los inversores de Wall Street.
Para evitar que la empresa quebrase, la Junta Directiva puso al mando a un ex-funcionario al que no conocían ni en su casa a la hora de comer: Paul O’Neill.
Parecía un tipo majete (siempre saludaba) y tenía buena planta así que a pesar de ser un desconocido, los inversores decidieron confiar en él hasta que O’Neill abrió la boca en su presentación pública:
«Quiero hablarles sobre las condiciones de seguridad laboral de nuestros trabajadores.
Cada año,muchos empleados sufren lesiones tan graves que pierden al menos un día de trabajo.
Aunque nuestro récord de seguridad es mejor que el promedio de cualquier empresa (algo relevante si tenemos en cuenta que trabajamos con metales que se funden a 1.500 grados de temperatura), no es suficiente.
Mi objetivo como director de Alcoa es que consigamos un récord de cero accidentes laborales»
Las personas que asistieron a aquella presentación se echaron las manos a la cabeza pensando que O’Neill era un sindicalista encubierto porque no hablaba de aumentar los beneficios que la empresa estaba perdiendo.
Pensaban que era un perroflauta que se cargaría la empresa de la noche al día 100 años después de su fundación.
Cuando O’Neill terminó su discurso, los inversores salieron pitando de allí a llamar a sus clientes para que vendiesen sus acciones cuanto antes.
Un año después de aquel día, las ganancias de Alcoa alcanzaron su máximo histórico.
Doce años después, el ingreso neto anual de la empresa era cinco veces mayor que antes de la llegada del ex-funcionario.
Antes de su llegada, en casi todas las plantas de la fábrica había más de un accidente laboral por semana.
Después de que O’Neill pusiese en marcha su plan de seguridad laboral, algunas de esas plantas no sufrieron un accidente laboral en años.
¿Cómo consiguió O’Neill que una de las empresas más peligrosas de EE.UU. (por el tipo de industria que era) se convirtiese en una máquina de ganar pasta y en un ejemplo de seguridad laboral en el país?
Enfocó su energía en una sola cosa (la seguridad), en algo que para los demás funcionaba “bien” y pasaba desapercibido, y a partir de ahí solucionó el resto de problemas de la empresa.
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