Imagina que es Navidad:
Si tienes empleados o diriges un equipo, no es lo mismo que te aparezca uno que lleva trabajando contigo años con un gorrito de Papa Noel, que si lo hace alguien a quien tienes que entrevistar para cubrir un puesto.
Imagina que estás cenando en un restaurante, de repente se apagan las luces y te toca al lado la típica mesa que dan una sorpresa al cumpleañero y todo el restaurante se pone a aplaudir:
Si alguien de esa mesa hace un regalo al cumpleañero, lo verías normal.
Si tú le haces un regalo, igual flipan.
Imagina que estás en Tinder:
Si te escribe alguien diciendo que ya quiere tema sin conocerte de nada… igual te parece raro. (O no).
Si lleváis un tiempo hablando, igual no es tan raro.
Imaginas que vas a First Dates y… bueno, aquí da igual porque vale todo.
Es tan evidente que lo que le decimos a una persona depende del contexto y de lo que nos conozca, que no entiendo por qué tan pocas personas piensan en ello.
Quizás sea porque cada dos por tres escucho disertaciones sobre palabras mágicas, vídeos con los trucos de máxima persuasión y a mí es escuchas ese tipo de cosas y me da colocón.
Si te suscribes a mi lista, te envío cada día consejos de copywriting y ventas que quizás en algún momento te provoquen un colocón y quieras trabajar conmigo: