La mayoría de personas cuenta a los demás la película que quieren que crean de ellas mismas.
Te dejo algunos ejemplos:
“Esto lo hago para ayudar a más personas” (el abuelo de Heidi cuando empezó a monetizar su rebaño gracias a Internet)
“Esto es montar unas piedras encima de otras y en unas semanas, está listo” (Gaudí cuando empezó a construir la Sagrada Familia)
“Son casos aislados” (Fernando Simón, marzo 2020)
“Egea, hazme caso con lo del detective que de lo de Ayuso no se enterará nadie” (Pablo Casado)
“No entiendo por qué mi hijo ha suspendido todas, si estudia mucho” (Padre random tras recibir las notas de su hijo)
“El lunes empiezo la dieta” (Yo mismo cualquier viernes)
“Échame un ojo a los textos de la web, yo creo que bien” (mi primo después de incluir 30 logos de clientes y hablar de los 157 años de experiencia de su empresa)
“Estamos contentos con lo que tenemos” (empresario con prisa tras hablar con un mal vendedor)
“Yo no cambio vidas, la gente que se cambie la vida en casa” (Gurú que lleva años viviendo de promesas mágicas y ahora va de malote)
Está genial que cada uno cuenta estas películas a los demás.
El problema es si no resultan creíbles y piensas que va a suceder solo por repetirlo a todo el mundo.
El problema es si tú te las crees y esperas que tus ventas aumentan solas.
Si te suscribes a mi lista igual podemos contar tu verdadera razón por la que haces lo que haces para que quienes se la crean (y te compren) sean tus futuros clientes: