Una vez me contactas, cubres un formulario y si todo está en orden, hacemos una videollamada para conocernos, resolver tus dudas y decirte cómo puedo ayudarte.
Si en la llamada vemos claro qué necesitas, te doy un precio.
Si no, quizás hagamos una consultoría de pago o si tu modelo de negocio es complejo, una asesoría en profundidad.
Después te paso un email con una propuesta de trabajo y económica de 400 palabras, aunque a veces me vengo arriba y te paso un folio.
Esta propuesta suele ser para escribir tus textos y algo más que no sabías que necesitabas (esto pasa siempre).
Si te portas bien, a veces te regalo algo más aunque no siempre te lo diré antes de que reserves.
Luego pasa que sueles aceptar, fijamos fecha de inicio (y fin) y pagas el 50% para reservar hueco en mi agenda.
Ahora, atiende.
Te daré varias semanas para que rellenes un formulario (que debería ser de pago) con toda la información que necesito acerca de tu negocio, producto y mercado.
La semana de inicio charlaremos por videollamada durante dos o tres horas para comentar ese formulario, hacerte algunas preguntas extra y que me resuelvas dudas.
Necesito meterme en dos cabezas (en la tuya y en la de tu cliente) y para eso debo conocer:
- a quién vendes
- qué vendes
- tú y tu historia
- qué hacen los que venden lo mismo que tú (esto no siempre lo necesito)
En esta fase de investigación busco en paralelo en otras fuentes de Internet y si vendes un curso, tengo que verlo.
Te haré tantas preguntas que igual en algún momento piensas que estoy mal de la cabeza.
(Unas clientes que venden un producto para el escote femenino pensaron que iba a ponerme tetas, con eso te digo todo)
Para responderme a estas preguntas no me pongo exquisito: me adapto a lo que te sea más cómodo:
Algunos clientes prefieren que les pregunte por WhatsApp y responderme por audio.
A mí me gusta esto, quedar para hablar por teléfono y puntualmente, reunirnos por videollamada.
No hago reuniones innecesarias aunque a veces necesitamos reunirnos.
(Si el vendedor se queda con dudas de lo que vendes, imagina el que compra)
A veces en esta fase se me vienen “ideas locas” a la cabeza que antes no te habías planteado.
Entonces te diré: “He pensado que esto podemos hacerlo así” o “¿Habías pensado en esto?” y tú sueles responder “Ostrás Jedi Pelirrojo, qué buena idea. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?”.
Y por cierto, oriento la estrategia a simplificar el proceso de venta. Si puedes cerrar rápido y fácil, para qué vas a esperar.
Esto no va de escribir textos bonitos ni de estrategias random.
Cuando termino la investigación, te desgrano algunas ideas para ver si lo que quieres transmitir coincide con lo que tú y tus clientes podéis “esperar”.
(Esto te saldrá “solo” cuando eres tu propio cliente, por ejemplo, si vendes formación B2B a tu mismo sector)
Es mi trabajo saber qué decir pero tú estás en el día a día de tu mercado y yo no, no es tan fácil y menos a la primera.
También te pregunto qué tono te gustaría utilizar para que te sientas a gusto con lo que escriba.
A veces quieres ir de kanallitah de forma impostada y suele ser mala idea.
Otras veces quieres que me ponga “gracioso” (como si tuviese una fuente de chistes) y no siempre se trata de hacer el payaso.
Luego escribo.
Te paso un primer borrador (si hablamos de un embudo o de unos textos web) comienzo por la página de ventas o de servicios y progresivamente te entrego el resto de páginas.
Cuando vendes algo bastante racional o tu web es corporativa, sueles decir “Justo lo que buscaba”.
A veces pasa que al leer tus nuevos textos, quieres subir tus precios.
Quizás me sugieres que cambie algunas palabras que tu cliente no entendería o afinar un pelín el tono, pero eso lo llamamos “acertar a la primera”.
Cuando vendes algo muy emocional, a veces te pones un poco más “pijo” porque tenemos que hilar muy fino y es difícil que acierte a la primera al 100%.
Pero casi siempre acierto a la segunda.
Esto suele durar unos dos meses desde que empezamos: puede que menos, aunque no me pillaré los dedos.
Luego pasamos los textos al diseñador y confirmamos que destaca lo que tiene que destacar.
Después encendemos la maquinaria (con publicidad o estrategias orgánicas).
Y por último confirmas que las monedas comienzan a caer.
En realidad…
Lo último es que sonríes y me dices “Qué bien me lo he pasado y qué bueno que te encontré”.
Tengo más historias que te ayudan a vender más, solo tienes que suscribirte dejando tu email abajo: