Hace un tiempo vi una entrevista de Carles Tamayo a Antonio Pampliega.
Por si no los conoces, te pongo en contexto:
Tamayo es un youtuber que hace reportajes de investigación y se infiltra en sectas.
(Reportajes en plan serio, no como cuando lees “noticia de última hora” en el periódico)
Pampliega es un periodista que estuvo secuestrado por Al Qaeda en Sitia durante 299 días.
Luego escribió un libro donde lo cuenta que fue un pelotazo en ventas, incluso le hicieron una docuserie en televisión basada en hechos reales.
Ok, ahora atiende:
El periodista había estado seis veces en Afganistán y doce en Soria (quise decir en Siria, doce veces en Soria es una barbaridad), antes de su decimotercer viaje en el que lo secuestraron.
Cuenta Pampliega que antes del secuestro, siempre tenía que “pegarse” con otros colegas de profesión para que le publicasen sus artículos en los grandes periódicos.
Para que se los publicasen y le pagasen una miseria por ellos, para ser exactos.
Y en una parte de la entrevista con Tamayo, cuenta lo siguiente:
«Me secuestran, escribo el libro y me doy cuenta de que no solo la historia es buena, sino que la cuento bien.
Entonces, como la gente ve que sé trasladar el mensaje, me dan un programa de televisión y consigo visibilidad.
Tengo compañeros infinitamente mejores que yo. Si les secuestran y tienen una buena historia pero no la saben contar, no van a conseguir visibilidad»
Suficiente valor hasta aquí.
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