Te pongo en contexto:
La anatomía de mis piececitos es algo amorfa y estos meses he tenido molestias que puntualmente me han impedido caminar.
El otro día fui a hacerme unas plantillas para evitar que el problema se perpetúe.
Cuando entré en la consulta del podólogo, nos saludamos y antes de que abriese la boca, me dijo:
«¿Cansado de tener molestias que te roban el tiempo y la energía?»
«Emmm… supongo», le respondí
«¡Te entiendo, sé cómo te sientes!», me dijo, haciéndose el “empático”
Empecé a sentirme incómodo y creo que él lo notó porque volvió a la carga:
«Mis servicios son personalizados. Soy un gran experto en mi sector y trabajo siempre por la máxima satisfacción de mis clientes»
Aquello de que no tuviese pensado reciclar las plantillas de otro y que no buscase mi insatisfacción, me tranqulizó.
Luego señaló hacia la pared para mostrarme su título y me enseñó un par de vídeos de clientes felices en su ordenador.
Como no me vió convencido, insistió:
«Cómpralas y prúebalas durante 15 días: si no te son cómodas, te devuelvo tu dinero sin preguntas.
Solo acepto dinero feliz»
Mi cabeza explosionaba cuando el podólogo lanzó su última bala:
«Su precio es de 997€ pero tú no vas a pagar eso.
Si las compras en las próximas 48 horas, el precio es de 147€.
Dime: ¿cúanto costaría que se arreglasen tus problemas para siempre?»
En aquel momento decidí que ya había sido suficiente y me fui tan rápido como pude.
Aunque a decir verdad…
Lo único real de esta historia fue mi visita al podólogo.
Te lo digo porque frases así las leo en decenas de webs cada día.
Lo bueno es que si es tu caso, podemos ponerle remedio si te suscribes a mi lista abajo: